Os dejo esta recetilla, basada en una receta que me dio un compañero de trabajo, pero que he modificado para hacerlo a mi gusto. Aunque he de reconocer que cuando probé el brownie que hizo pensé que era uno de los mejores que había probado en mi vida.
Precalentamos el horno a 180º.
Se pone en un cazo 375 gr. de mantequilla sin sal, y se calienta a fuego bajo para que no se queme. Cuando vaya cogiendo temperatura, se añaden 375 gr. de chocolate blanco. Se remueve a fuego bajo hasta que se deshaga el conjunto, cuidando que no se pegue.
Batimos 6 huevos junto con 350 gr. de azúcar y una cucharadita de extracto de vainilla, primero a velocidad baja, y cuando vaya tomando cuerpo, se sube la velocidad y se bate durante un minuto.
Añadimos el chocolate, que habremos dejado enfriar un poquito y el cuál habremos movido de nuevo con las varillas manuales para que vuelva a juntarse (la grasa de la mantequilla tiene a subir hacia arriba y el chocolate se queda abajo.)
Batimos a velocidad media, y cuando esté todo integrado, añadimos 225 gr. de harina tamizada y una pizca de sal.
Echamos un puñado de nueces partidas.
Batimos de nuevo a velocidad media durante un minuto.
Preparamos un molde de silicona, o si usamos otros ponemos papel de plata, porque es un bizcocho húmedo y tiende a pegarse (lo digo por experiencia). Echamos un poco de mermelada de fresa, y volcamos la mezcla anterior en el molde.
Metemos en el horno entre 15-17 minutos.
Cuando lo saquemos, dejamos que se enfrie un poco y lo desmoldamos dándole la vuelta con mucho cuidado. Le di un toque con un poco de Nesquik de fresa, que no sabía como iba a salir, pero reconozco que le da un toquecillo de fresa ácida que me encanta.
Y de verdad, es un no parar de comer... Pero sabéis qué? Que me encanta, que además lo metí en la nevera y después de una enfriarse una noche, están de muerte.
Asi que espero que os guste, y que disfrutéis tanto o más que yo, que ya será mucho.
Besos.
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