En esta ocasión el pedido fue para una compañera de mi madre.
El hijo, Adrián, cumplía 15 años, y aunque es bastante inteligente, le pasa como a muchos estudiantes, le cuesta ponerse a hincar codos.
Por esa razón quiso que le hiciera una tarta con doble sentido, por un lado celebrar el cumpleaños, y por el otro enseñarle una moraleja.
Me pidió que tuviera crema pastelera de relleno, y mermelada de melocotón. La tarta era de diseño sencilla, pero cumplió su cometido.
Según me comentó después Luisa, la madre de Adrián, la tarta les gustó a todos. Adrían dijo que le gustó más el interior que el exterior, pero claro ya se sabia que el tema de la moraleja no le iba a gustar tanto.
La tarta fué un éxito, y yo encantada porque todo saliera bien.
Besos.
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